El Presidente de la República decretó la mañana del 14 de febrero la deducibilidad de las colegiaturas que los padres de familia gastan en escuelas particulares.
la deducibilidad no sólo es un acto de justicia y de reconocimiento a la contribución de muchas familias mexicanas al sostenimiento y calidad de una parte sustantiva del sistema educativo.
Es reconocer en los hechos que, por más grandes, fuertes, poderosos, ricos y eficientes que eventualmente sean el Estado, el gobierno y la administración pública, no pueden encargarse por completo de prestar servicios educativos.
Pero la cuestión no tiene que ver con la falsa creencia de que la educación privada es mejor que la pública, de lo que se trata es de ofrecer un apoyo y un estímulo a las familias mexicanas de estratos medios y bajos que destinan cuantiosos recursos para pagar servicios educativos, gracias a los cuales se evita, entre otras cosas, la sobrecarga y el colapso de los sistemas públicos y que hace posible, entre otras cosas, que existan recursos y condiciones para trabajar en elevar la calidad de la educación.
Pero hay que advertir también que la medida difícilmente cambiará los esquemas y proporciones en que el gobierno y los particulares brindan educación, desmintiendo imaginarias privatizaciones; tampoco reducirá el gasto ni los costos de la educación para los padres de familia; no suprimirá becas y otros estímulos.
En este caso, de lo que hablamos es de un estímulo directo a la economía familiar con cargo a la recaudación, que no tiene efectos en el financiamiento del sistema, ya que no contempla subsidios y apoyos públicos a los colegios particulares.
